La esquila se constituye en una práctica respetuosa para obtener y proteger un recurso muy preciado y necesario para las culturas andinas.
Impetuosamente, mujeres y varones, desde niños hasta adultos, extendiendo sus banderolas forman la barrera para acorralar a las vicuñas que se mueven de un lado a otro a gran velocidad, es un momento de suspenso que se vive durante el arreo. Los monitores locales (líderes que desde hace meses atrás han realizado el seguimiento a los movimientos de la población de vicuñas) se van comunicando a través de los “handies” para dirigir a la gente. El cerco se va achicando poco a poco hasta llegar al corral de captura, de esa manera culmina el arreo de las vicuñas, camélido que por siglos ha habitado en las montañas de los andes de Bolivia y cuya fibra ha sido valorada por las ancestrales culturas andinas.
Una vez que las vicuñas se encuentran en el corral, la tarea es controlar que no se escapen y evitar que se maltraten o se pisen entre ellas. Desde hace siglos, la esquila se realiza utilizando técnicas ancestrales y se constituye en una ceremonia festiva en la región de Sud Lípez, que comienza con una ceremonia denominada “waki”, ofrenda que se ofrece a media noche a la Madre Tierra, con el objetivo de que el festival sea exitoso. Es un festival porque se invita a quienes quieran presenciar la práctica, que consiste en el encierro, esquila y posterior liberación de vicuñas.
El trabajo de la captura y esquila de vicuñas, no comienza ese día, sino meses atrás “hacemos un trabajo continuo desde estudiar al animal, donde se encuentra, donde duerme, a qué lugar escapa, es un trabajo de campo donde se necesita personas conocedoras del lugar y expertos en el monitoreo de las vicuñas” indica Faustino Uyuli, monitor local. Con toda esa información, se identifica el sitio de captura, el diseño y la instalación de la infraestructura y se define la estrategia de arreo, concluye.
La noche anterior, los participantes de las comunidades manejadoras de vicuña e instituciones invitadas arriban a la comunidad de Kollpani, albergando a más de 350 personas aproximadamente. El día del festival, a partir de las 4:30 de la madrugada, la gente del municipio se reúne en la plaza principal para dirigirse al sector Tholamayu Jara, ubicado a 10 kilómetros de Kollpani, donde cada comunidad participante posee un sector determinado para formar el cerco humano.
Varones y mujeres tienen una función específica durante la esquila: esquiladores, sujetadores, registradores, vellonadores, manipuladores y custodia de las vicuñas en el corral. El proceso debe realizarse rápidamente para evitar el estrés del animal. Una vez que se los tiene en el corral, los esquiladores, con tijera en mano cortan la fibra con mucho cuidado para no lastimar al animal. Los registradores toman datos de registro de la fibra esquilada, los manipuladores son los encargados de trasladar las vicuñas del corral de captura al área de esquila. Los sujetadores, por su parte, son quienes las sujetan de las patas traseras, delanteras y de la cabeza. La fibra obtenida pasa al sector de las vellonadoras, generalmente mujeres que realizan la tarea de limpieza de los vellones.
Este año se han capturado 580 vicuñas, un record respecto a los últimos años, de las cuales se han esquilado 431. Las restantes fueron “antutas” (crías), o vicuñas que no cumplieron con la longitud de fibra requerida. Terminada la esquila, las comunidades hacen la entrega de los vellones a la Asociación Regional de Manejadores de Vicuñas – ARMAVI para su custodia y posterior venta en el marco del Programa Nacional de Manejo de Vicuña.
“La vicuña es nuestro animal y nos une, gracias a este animal tenemos platita, aunque el trabajo es duro, vale la pena”, dice doña Alejandrina Mamani, monitora del festival, “las ganancias nos repartimos los miembros de la comunidad y es de una gran ayuda”, añade.
El Tercer Festival Biocultural Vicuña Sud Lípez 2017, ha generado acciones de articulación interinstitucional, espacios de confraternización entre las comunidades y se han fortalecido potencialidades locales a través de su artesanía, comidas típicas y música autóctona. Asimismo, se han realizado campañas en contra de la caza furtiva de las vicuñas.
Autoría : Roly Celier Cota & Carina Osio
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