Tanto lo uno como lo otro: la lógica del Vivir Bien
Javier Medina

Tanto el Desarrollo como el Vivir Bien tienen sus propios sistemas lógicos que es bueno tenerlos en cuenta para distinguir y comprender sus propias peculiaridades, su oposición y también su complementariedad. Como sabemos, Aristoteles ha sido quien ha formalizado el sistema lógico que ha regido el desenvolvimiento de la civilización occidental, hasta comienzos del siglo XX, cuando la física cuántica la reformula ya no a partir de la mera razón sino a partir de la masa-energía. Gran cambio de perspectiva. Este avance cognitivo no ha llegado, sin embargo, a las ciencias humanas y, por tanto, a las teorías del Desarrollo. En este dominio, casi todos siguen anclados en el Aufklarung y el Idealismo alemán del siglo XVIII, sobre todo sociólogos, politólogos y economistas, es decir, los desarrollistas.

Nuestra tesis es sugerir que el Desarrollo se ordena bajo el Principio de Identidad, No contradicción y Tercero excluido que vamos a traducir como el Principio de “O lo uno o lo otro” y el Vivir Bien se ordena bajo el principio de Antagonismo, Complementariedad de opuestos y Tercero incluido, que vamos a traducir como el Principio “Tanto lo uno como lo otro”. Estas, nos parece, son formulaciones más amigables. En la vulgata latina de la Edad media se las llamó a una: aut aut; en alemán: Entweder oder y, a la otra: sic sic; en alemán Sowohl als auch. Con otras palabras, no estamos inventando nada nuevo sino recordando lo reprimido por el Patriarcado racionalista para reordenar, equilibradamente, nuestra Casa común bajo un Principio lógico que incluye y complejiza todo lo humano y natural: lo biocultural. Al Efecto de esta reconstitutio in novo, llamamos Vivir Bien.

Dicho de otra manera: el Desarrollo corresponde al paradigma mecanicista, formulado por Newton, Bacon, Smith/Marx, Hobbes y el Vivir Bien corresponde al paradigma cuántico, formualdo por Einstein, Bohr, Schrodinger, Pauli y formalizado lógicamente por Sthéphane Lupasco. Aquí, al respecto, cabe afirmar que el Paradigma cuántico y el Paradigma animista, en este caso amerindio, comparten una misma cosmología, expresada por unos, más bien analógica y ritualmente y, por otros, más bien digital e informáticamente. La diferencia es sólo de soporte; en un caso, más de cuño biológico y, en el otro, más de cuño electrónico.

O lo uno o lo otro: la lógica del Desarrollo

El pensamiento que excluye categorías contradictorias es un principio fundamental de la lógica aristotélica que ha llegado hasta nosotros y ha impregando el desarrollo de la ciencia positivista. O lo uno o lo otro es una expresión del Principio de Contradicción: Algo no puede, desde el mismo punto de vista, en el mismo momento y lugar, ser y no ser, al mismo tiempo. Así suena una versión formulada por Aristoteles en su Metafisica, el libro que dedicara a la ciencia del ser y los entes. Al mismo tiempo, en su Lógica formula el Principio de Verdad de la lógica proposicional. La verdad, en efecto, es una propiedad de las proposiciones. Luego describe una verdad más profunda que llama la Verdad del Ser; donde se nota la influencia de su maestro Platón.

Ahora bien, la siguiente distinción es importante: el Principio de Contradicción, que expresa la base de la lógica y con ello la verdad de las proposiciones, sólo es aplicable a dichas proposiciones y no al Ser como totalidad. Por ejemplo, si digo: “Está lloviendo”, la proposición es verdadera, si efectivamente está lloviendo y falsa si no está lloviendo. Desde este punto de vista, las proposiciones describen estructuras a las cuales unívocamente se les puede asignar propiedades, constatadas por nuestra percepción. Ahora bien, sobre esto, justamente, descansa toda la ciencia occidental (hasta Einstein) que es materialista y positivista, por diseño. Por eso la lógica es tan relevante y es un instrumento tan potente. En la medida que podemos analizar, lógica y empíricamente, si una proposición es verdadera o falsa, se puede hablar de sentido y sinsentido, de verdad y falsedad, etcétera.

Sin embargo, una distinción más importante aún es la siguiente: las proposiciones, sobre las cuales se puede decidir lógica y empíricamente, describen ante todo la estructura superficial de la realidad, por tanto, lo que nuestras percepciones sensibles pueden percibir. La mayoría de las veces esta percepción es unidimensional. Pero, he aquí que esto, como también sabemos, no es toda la realidad; ni mucho menos. La Realidad, como totalidad, es mucho más compleja y no se deja apresar, analizar o manipular con sólo estos instrumentos silogísticos; como también sabemos por experiencia propia. Una emoción no se puede pesar, ni un pensamiento medir y, sin embargo, nadie va a dudar de que existen y que son reales. La realidad incluye lo intangible. La realidad es una construcción cultural.

Esta es la razón de por qué toda la tradición filosófica, desde Aristoteles hasta Wittgenstein, han distinguido entre diferentes tipos de verdad y de proposiciones. En cualquier caso, hay un consenso, de orden filosófico, de que la verdad del ser no se manifiesta en proposiciones lógicas contradictorias. Es conocida la frase con la que Wittgenstein, el ícono del positivismo lógico, cierra su Tratado lógico-filosófico: “Sobre lo que no se puede hablar, mejor es callarse” o la célebre frase de Bohr: “Lo opuesto de una proposición correcta es una proposición errónea. Pero lo opuesto de una verdad profunda puede ser muy bien otra verdad profunda”. El Vivir Bien tiene que ver con esta verdad más profunda.

Puesto que, de todos modos, la ciencia moderna ha llegado a ser tan importante y poderosa en nuestras vidas y, con ella, la lógica que ha hecho posible muchos de los logros de nuestra civilización e incluso de nuestra propia supervivencia como especie, no podemos ni debemos desecharla así nomás. Debemos ser conscientes de sus limitaciones, como también de su utilidad. En efecto, biológicamente, tiene mucho sentido distinguir entre, por ejemplo: “comible / no-comible”, “peligroso / no-peligroso”, “seguro / no-seguro”, etcétera. Ello está anclado en nuestro cerebro reptiliano y nos ayuda en la sobrevivencia como especie. Por lo demás, esta categorización la hemos aprendido en la escuela, el púlpito y la universidad; es más: todas las computadoras actuales se basan en esta lógica binaria: 0 y 1.

Ahora bien, dicho ello, no menos cierto es que si nuestras vidas y la misma civilización la congelamos en este poderoso Operador lógico, corremos el riesgo de amputarnos, voluntariamente, toda la potencialidad que alberga nuestro lóbulo cerebral derecho y el efecto de la complementariedad con el lóbulo neuronal izquierdo. La lógica bivalente: si / no, verdadero / falso, no es toda la lógica. Los bolivianos usamos mucho más la lógica trivalente del “sí / no / quizás”; la lógica del “¿quien sabe?”, “bien nomás”, “más o menos”, “quizás”, “tal vez”, “¿cómo será, no?”; en fin, lo que el Papirri ha llamado “Metafísica popular” o en el Taoísmo se conoce como Koan y Niels Bohr ha llamado el Principio de Complementariedad de opuestos o lo que, ahora, más amigablemente estamos llamando la lógica del “Tanto lo uno como lo otro”.

Tanto lo uno como lo otro: la lógica del Vivir Bien.

Nils Bohr, premio Nobel de física danés, introdujo en la física el concepto de Complementariedad que, por cierto, importó de la psicología de la percepción de Edgard Rubin que desarrolló los famosos Kippbilder o figuras de reversión. Muy pronto Bohr se percató que este principio no sólo es aplicable a la física subatómica: onda y partícula, sino también a otros dominios de la realidad. Louis-Victor de Broglie amplió el espectro de su aplicación de la física a la biología y que se ha seguido ampliando, luego, a nivel de la divulgación científica con la obra, por ejemplo, de Fritjof Capra, Danah Zohar y otros. Por ejemplo: en psicología: sentimiento/pensamiento, consciente/inconsciente; en la teoría del conocimiento: pensamiento/intuición; en la ontología: cuerpo/alma; en economía: capitalismo/ reciprocidad; en la sociología: individuo/comunidad, desarrollo/vivir bien; en politología: estado/ayllu, en medicina: mente-cuerpo, etcétera. En fin, los quatums conceptuales que se ha empezado a trabajar en el Programa Biocultura para buscar operativizar el Principio de Complementariedad como una metodología para acercarnos al Vivir Bien.

Pero he aquí que la vía abierta por Bohr en el pensamiento y ciencia occidental, coincide con la lógica trivalente sobre la que está construida la civilización animista amerindia. En efecto, se basa en el principo de Paridad contradictoria pero complementaria, sobre lo cual han trabajado Iván Guzman de Rojas, Problemática lógico-lingüística de la comunicación social con el pueblo aymara, Fernando Montes, en su libro La máscara de piedra, Jacqueline Michaux et alt. Territorialidades andinas de reciprocidad; la Comunidad, yo mismo en Ch´ulla y Yanantin y de modo más general Dominique Temple en su Teoría de la Reciprocidad y de modo más específico, Ayar Portugal en La lógica dinámica de lo contradictorio.

Regresando a Bohr y a la lógica del mundo indígena, podemos generalizar diciendo que en todas partes donde nos las habemos con situaciones complejas, como los seres humanos y con sus actitudes, creaciones, procesos y vivencias, por tanto, en ámbitos como el arte, la literatura, la historia y los ejemplos que ya hemos mencionado, en todos ellos, el Principio de Complementariedad no sólo es significativo, sino indispensable, si pretendemos ser al mismo tiempo que eficientes y eficaces, solícitos, tolerantes, creativos y benevolentes. El ser humano que no es sino una complejización sofisticadísima de la estructura onda-partícula: masa-energía, es un ser complementario, pues consiste, al mismo tiempo, de eventos físicos: masa, y mentales: energía; corporales y anímicos y ambas dimensniones no son reducibles a una sola magnitud, sin distorsionar, ideológicamente, la realidad.

La formulación clásica de la lógica del “Tanto lo uno como lo otro” se la debemos a Stéphane Lupasco que la enuncia en el segundo párrafo del primer capítulo de Le principe d’antagonisme et la logique de l’énergie. Dice así: “Todo elemento, fenómeno o evento lógico y por lo tanto el juicio que lo piensa, la proposición que lo expresa, el signo que lo simboliza, debe estar asociado permanentemente a un anti-elemento, anti-fenómeno o evento lógico y, por lo tanto, a todo juicio, proposición o signo contradictorios, de tal manera que el elemento (anti-elemento) solo puede ser potencializado por la actualización del antielemento (elemento), pero sin que ninguno desaparezca, afin que el otro pueda bastarse a sí mismo.”

Dicho con otras palabras, Complementariedad significa que en la descripción y comprensión de cualquier cosa, evento, proyecto, programa, tenemos que tener en cuenta que nos las habemos mínimamente con dos energías que son antagónicas, opuestas, no reducibles a una de ellas o trascendibles en una tercera dimensión: la síntesis, como en la teoría del Aufhebung de Hegel, sino que ambas magnitudes antagónicas se dan al mismo tiempo, como Onda-Partícula: masa-energía, materia-antimateria, mente-cuerpo, masculino-femenino, desarrollo-vivir bien, indianidad-occidente, cristianismo-animismo… Cuando la Onda se actualiza, la Partícula se potencializa; cuando la Partícula se actualiza, la Onda se potencializa. Este es el modo como funciona lo real según la nueva cosmología y que las sociedades no occidentales siempre lo supieron, pues el silogismo racional, de cuño griego, no fue conocido por ellas.

Como vemos, esto contradice la lógica habitual de “O lo uno o lo otro” que está en la base de la incomprensión del Vivir Bien de la gente escolarizada. En cambio, para los pueblos indígenas, es obvio que “desarrollo-vivir bien”, ayllu-estado, cristianismo-animismo, partido-sindicato… van juntos y se coimplican mutuamente. Cuando activan el Desarrollo (en el sindicato o el municipio) el Vivir Bien se vuelve latente: potencial (en el ayllu o la familia) y viceversa.

Así, pues, situaciones complejas, que incluyen las dimensiones intangibles, como la que implica la noción del Vivir Bien, no pueden ser tratadas con la lógica de “O lo uno o lo otro”. Esta lógica vale para pensar, operativizar y analizar el Desarrollo. Si así se procedise, como suele ocurrir con la “tecnocracia bolivariana” que interpreta el Vivir Bien como Desarrollo Humano (Rafael Correa), se incurriría en un error categorial grave. Ese error ocurre porque la universidad latinoamericana sigue anclada en el Paradigma newtoniano y no han avanzado hacia el Paradigma cuántico. La transición tecnológica actual es curiosa: todo el mundo hace uso de las aplicaciones tecnológicas de la Mecánica cuántica: ordenadores, internet, telefonía móvil y sus aplicaciones: twitter, facebook, you tube … pero nadie conoce los supuestos conceptuales y teóricos que la hacen posible. Un ejemplo general de este error categorial sería, por ejemplo, el siguiente: una ciencia neurológica positivista, por tanto reduccionista, sostiene que la mente no es otra cosa que una descarga neuronal. “Mente” y “Descargas neuronales” son procesos que pertenecen a dimensiones diferentes que, sin embargo, se coimplican. Se puede medir e incluso graficar una descarga neuronal, pero no el pensamiento o la emoción producida por esa descarga. Y esto, justamente, es lo que nos hace humanos, a diferencia de una máquina, aunque ésta sea “inteligente”, como una computadora o un robot.

De lo que se trata, pues, es de lo siguiente. El Principio de Complementariedad sirve para resolver situaciones complejas como la que se da, por ejemplo, entre la civilización occidental y la civilización amerindia, entre desarrollo y vivir bien, entre capitalismo y reciprocidad, etcétera. Dicho de otra manera: procesos materiales y espirituales son formas de descripción complementarias de una misma cosa, en este caso, el ser humano. No se puede reducir una dimensión a la otra o trascenderlo en una tercera entidad, como pretende la tesis–antitesis-síntesis hegeliana. Eso es Idealismo alemán puro. Se puede, metodológicamente, ocultar un aspecto para reducir la complejidad. Los neurólogos, por ejemplo, lo hacen para averiguar el funcionamiento del cerebro. En tanto, empero, seamos conscientes que todo tiene dos lados: masa-energía: es Onda-Partícula, no hay problema.

Ahora bien, muchos conflictos, ineficiencia y sufrimiento provienen del hecho de querer comprender y manejar situaciones complejas con una lógica de blanco y negro: “O lo uno o lo otro”, y, peor aún, cuando nos dejamos llevar de una pulsión maniquea, que todos llevamos dentro, de querer absolutizar una de las polaridades y tratar de negar o aplastar la otra polaridad: el bien vence al mal, la verdad triunfa sobre el error, etcétera.
Dicho esto, es significativo que el Principio de “Tanto lo uno como lo otro”, en Occidente, haya sido usado sobre todo por la religión. El cristianismo se basa en lo contradictorio, solo que no lo llama así, si no Misterio. Su proposición clásica dice así: “Jesús es Dios y Hombre al mismo tiempo”. Esto es lo medular de la fe de Nicea. Es muy interesante que todas las heregías hayan levantado siempre el principio de “O lo uno o lo otro”. Si es Dios, no puede ser Hombre: niegan su humanidad; si es Hombre no puede ser Dios: niegan su divinidad. El dogma, empero, es decir, la ortodoxia cristiana, afirma lo contradictorio como complementario: Jesús es Dios y Hombre al mismo tiempo.
En Oriente encontramos esta estructura lógica en el Sutra del Corazón, el texto fundamental del Budismo Mahayana: la Forma y el Vacío son lo mismo. La Forma es Vacío, el Vacío es Forma. Otro tanto ocurre con los Koans del Budiso Zen. Un Koan es una proposición que el maestro plantea al alumno para comprobar sus progresos. El Koan, por diseño, es paradógico, contradictorio y parece absurdo, ilógico e, incluso, banal. Para resolverlo el aprendiz debe desligarse del pensamiento racional común, para así entrar en un sentido racional más elevado y de este modo aumentar su nivel de conciencia para intuir lo que en realidad le está preguntando el maestro, algo que trasciende al sentido literal de las palabras. Quizá el Koan más famoso es aquel en el que el maestro da unas palmadas y dice: «Este es el sonido de dos manos, ¿cuál sería el sonido de una sola mano?» o este otro: “Dos monjes discuten acerca de una bandera. Uno dice: la bandera se está moviendo. El otro replica: el viento es el que se está moviendo. Pasa un tercer monje por ahí, les oye y les dice: ni el viento, ni la bandera; la mente es la que se está moviendo”.
Cada vez más maestros, terapeutas, mediadores, tecnócratas, ejecutivos y grandes Hombres de Estado … aplican el Principio de “Tanto lo uno como lo otro”, cuando buscan una perspectiva común a dos maneras de ver las cosas que aparentemente se excluyen. El Principio “Tanto lo uno como lo otro” forma la base de la lógica Ganar-ganar que busca articular los intereses de partes enfrentadas, consiguiendo beneficios para todos, aunque no se trate necesariamente del mismo tipo de beneficios. Esta lógica acentúa la importancia de la cooperación, la distribución, en contraste con la dominación y el comportamiento egoísta. El Principio de lo “Tanto lo uno como lo otro” lleva un mensaje ético de cuidado con el entorno y un acercamiento holístico a la vida y a la sociedad. Lo que busca, justamente, el Vivir Bien.
Una enseñanza del Talmud puede compendiar y redondear lo dicho hasta ahora. “Dos estudiantes discuten y al no poder ponerse de acuerdo acuden al maestro. Uno expone su opinión y el Rabino le dice: tienes razón. El otro expone la opinión contraria y el Rabino le dice: tu también tienes la razón. Entonces interviene un tercer alumno que le impreca: Maestro, ambos sostienen opiniones opuestas y a ambos les has dado la razón; ello es contradictorio. A lo que el Rabi le responde: tú también tienes la razón”. En el judaísmo se conocen dos escuelas: la de Rabi Hilel y la de Rabi Shamai que continuamente están recordando el carácter contradictorio de la vida y que tener en cuenta ambas polaridades da mucho juego de cintura para poder vivir bien y sobrevivir. El fundamentalismo es la escuela contraria: uno solo tiene la verdad y ello es fuente de mucha ineficiencia y dolor, para todos.

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